lunes, 7 de marzo de 2011

Cuatro y veinte


Llegó a casa y se acomodó en el sofá sumergiéndose bajo las mantas. Exaló un profundo suspiro mientras entraba en calor. El día había sido largo y duro, aunque no por la dificultad de las clases ni por los acontecimientos ocurridos, sino por la inestabilidad emocional en la que se hallaba.

¿Por qué no iban bien las cosas? Cierto era que ambos habían cambiado y tras tantos meses de relación podría haberse instalado una cierta monotonía, pero... ¿por qué tantos problemas? Ella lo único que buscaba era recuperar la paz, volver a esas miradas de complicidad, rehacer el hechizo... No sería algo fácil, pero tenía que intentarlo: él aún despertaba en ella esos sentimientos que aceleraban el corazón y, por tanto, merecía la pena luchar.

Luchar. Una vez más. Sin embargo, esta vez sería diferente: se había propuesto conseguirlo. Y lo conseguiría.

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