sábado, 29 de enero de 2011
Velocidad angular
Gira.
El Mundo gira, con su velocidad angular constante. Gira sobre sí mismo y alrededor de una bola de fuego. No para, no espera, siempre va hacia adelante, a pesar de todos los problemas.
Su atmósfera se está volviendo insoportablemente azufrosa, se funde como un helado en verano, el suelo está contaminado, cada vez le queda menos agua, pero sigue girando. Lenta e incansablemente sigue girando, a pesar de todos los problemas.
¿Por qué me detengo yo? ¿Por qué paro, por qué los problemas pueden conmigo? ¿Por qué me ahogo en mi propio veneno? Grito, grito silenciosamente y también grito rompiendo la barrera del sonido, pero nadie ni nada me oye. Ese lamento frustrado, esa pena interminable, esa impotencia asesina se quedan conmigo.
Vivo en un lugar de sordos. Un lugar en el que todos hablan, pero nadie escucha. Un rincón del universo, en el que cada ser vivo es una bola, una esfera blindada, ciega y protegida. Algunos se abren, se desprotegen un poco, logran vislumbrar, consiguen comprender, empatizar, escuchar y... finalmente ayudar. Otros siguen en su órbita, con su rumbo errante y ciego. Hasta que choquen con el meteorito que les haga abrir los ojos.
Yo quiero ser como el Mundo. Girar... a pesar de todos los problemas.
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