Se levantó y comenzó a encender todas las velas distribuidas por toda la estancia: en las ventanas, en el altar y colocadas en el suelo formando un círculo. Se sentó en el centro del mismo y comenzó a recordar las palabras que su ya fallecido abuelo le había dicho años atrás, cuando se hallaba sumida en una profunda crisis.

Bast, su gato, dejó de jugar con la titilante llama de las velas y se acurrucó junto a ella. Ambos se encararon hacia el ventanal orientado al norte, decorado con enormes velas de color verde y, tras unos segundos, extendió los brazos y comenzó a susurrar las palabras que darían comienzo al Ritual del Fuego:
- Guardián del Norte, Elemento de la Tierra...
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