Es un punto en el que te levantas sin saber por qué, por simple inercia de tener que estudiar y hacer los miles de trabajos aún por entregar, a pesar de haber dormido cuatro o cinco horas nada más.
Asistir a clases para perderse en mundos alternativos llenos de pensamientos que acaban emborronando de la memoria tu objetivo principal, haciéndote la contínua pregunta de si merece la pena seguir adelante, o si tal vez es mejor dejarse llevar por la espiral de la decadencia.
Sobrevivir a la mañana es todo un desafío, pero peor es la tarde, que se escabulle entre horas de laboratorios y resoluciones de problemas, para chocar de bruces con la noche y darte cuenta de que un día más ha pasado y el balance es negativo: más trabajos acumulados, los exámenes cada vez más próximos y el agobio en su fase exponencial.
¿Cómo salir de este remolino?
¿Cómo lograr detener el tiempo?
¿Cómo escapar de esta impotencia?¿Cómo espantar a la apatía?